Ir al contenido principal

No todo lo que ríes es alegría.

Cuentan los semáforos en rojo que hay leyendas que se hacen pasar por cicatrices.
Que quiero verte florecer.
Que salpicar al echar de menos se ha convertido en un modo absurdo de perder amigos.
Que bastaba con decir que no podíamos hacerlo, pero teníamos que demostrarlo. Existe la posibilidad, pero no la suficiente madurez como para agarrar un sentimiento todavía un poco verde.
Que tu risa es mi enemiga.
Que tu risa es también la enemiga de David, pero que ayudó a vencer a Goliat.
Tu risa rompe los puntos de sutura.
Que lleva la culpa de las formas, los tiempos y los lugares que no se olvidan fácilmente. Acaríciame la espalda que bastantes palmaditas he recibido ya.
Que te mueves buscando la postura exacta pero está retorciéndote el corazón.
Que la anestesia no cura el olvido.
Que nunca llevo la razón y tú siempre traes de sobra para los dos. Estoy convenciéndome de que no soy a mí al que tengo que convencer.
Que cada vez que grito me piden que, por favor, hable un poco más alto. He sido tan bueno que me merezco una desgracia.
Me conformo con que me digas que me tienes que querer.
Que no sabes qué hacer con tu vida si no es meterla de forma brutal en la mía.
Que te he visto soñar despierta y se te cayeron las ganas al suelo. Que equipaste a unas ojeras con valor y pudiste con todo aquello que creías que te hacía reír de tristeza.
Que las reglas se cumplen si no están bajo tu falda.
Que mañana veremos de qué disfrazamos a la pena. Aprendiste que las mudanzas no pasan sino pesan, vivir aquí y allí no es lo mismo si no tienes dos hombros aparte de los tuyos para respirar.
Que mi fobia es no tenerte conmigo. No creer en los astros porque están más arriba de lo que pueden llegar a quererte.
Que el mayor error que cometo siempre es el de estar equivocado y no contigo.
Que debería quererme más.
Que me estoy haciendo nuevo. No tener experiencia apesta.
Que no debería poner tanto de mi parte sino más de mí al completo.
Que las mentiras –a veces– llegan más lejos que algunas personas.
Que las sequías de un corazón no las inunda un diluvio de diecisiete años. Por más que quiera sin permiso de sus padres.
Que hasta las trancas no es la mejor manera de decir que estamos enamorados, sino desde dónde.
Que un perfume no huele sino marca.
Que las marcas –aunque se borren– se memorizan.
Que tú has venido y yo no estaba.
Que el semáforo está en verde y seguimos quietos.
Que las risas dan sed. Tómame otra contigo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi pesar.

 Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo.  Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...

Ya no quiere ser fuerte.

Ya no salta. Piensa que se ha hecho mayor y que ya nadie quiere jugar a ser el astronauta que va saltando sobre sus lunares. Dice que está triste, que el mundo está triste. Y eso la hace estar más triste aún. Se le ha escapado una sonrisa, corred y pedid un deseo. Deseo no estar aquí. Deseo ser libre atada a sus brazos. No me acuerdo, pero era preciosa. Y educada, siempre me preguntaba si quería echar otro. Adivinadlo, no estoy hablando de pitis. Cuando el sol se pone su mundo se agita, se vuelca, se consume. No se siente capacitada para vivir sola, y define sola: sin ti. Mira por la ventana buscando excusas, un viento que venga con propósitos y dos cojones para reformar su corazón, su cajita fuerte. Grita a sabiendas de que no la escuchan, pide auxilio en voz baja porque no quiere que nadie la suba a su espalda. Le dan miedo las alturas, pero volar es su hijo pequeño, el amor arcano del que no ve sólo porque no quiere ver. Hace laberintos en su mente, se pierde por un mundo que...

Bajo cero.

Apostaría y empezaría todo esto por el final, pero  las cosas se complican si tu ya no estás en mis finales. Si ya después de despedirnos no miras atrás por si yo también  lo hago. Porque lo hago.  Las cosas tropezaron cuando, por inercia, dejaste de ver al mundo como  nuestro reflejo al pisar un charco.  Nos hicimos polvo cuando  el invierno decidió ponerle un  grado menos a todo esto, cuando el brillo de tus ojos  se disfrazó de querer seguir aquí, mientras todo el resto de tu cuerpo había salido corriendo.  Porque el hielo quema, y tu risa da vida.  La suerte habla por ahí de ti, y vaya si da envidia.  Empezar por querer, y querer acabar por quererse.  Ojalá el amor fuera poesía, chocolate, películas y palomitas.  Y no tú, ni las caricias porque sí. Me cuesta mirar a través de ti, y si te quitas del medio me quedo ciego. Será cierto que no quise darme la vuelta, pero es que tu paisaje era tan bonito. No sé, por estas co...