No sabría describir el poder que te doy cuando me sonríes. Y tampoco sé hasta qué punto podría morirme de frío si no me abrazas en verano. Creo que voy a pasar de ponerle límites a la estupidez, contigo quiero ser el más imbécil del mundo. Imbécil por dejar que te atrevas a jugar con mis sentimientos. Por darte la virtud de cambiar mis noches, de enchufarme a la vida como un terremoto en pleno desierto. Me encanta la sensación, de que juegas, conmigo. Suena, no sé, a juntos.