Volvimos atrás para matar al lobo de caperucita,
para arruinar todos aquellos planes que,
aún incumplidos,
siguen torturando a la imaginación.
para arruinar todos aquellos planes que,
aún incumplidos,
siguen torturando a la imaginación.
Fuimos observando,
tocando,
oliendo,
saboreando,
oyendo
y sintiendo, sobre todo sintiendo
las calles que nosotros mismos construimos.
tocando,
oliendo,
saboreando,
oyendo
y sintiendo, sobre todo sintiendo
las calles que nosotros mismos construimos.
Habíamos puesto unos límites preciosos,
de esos que adornan árboles en Navidad,
de los que merece la pena saltarse
porque lleves prisa
o porque te rebose la incongruencia
de seguir las reglas a toda costa.
de esos que adornan árboles en Navidad,
de los que merece la pena saltarse
porque lleves prisa
o porque te rebose la incongruencia
de seguir las reglas a toda costa.
Fuimos capaces de todo,
capaces de besar,
capaces de formar corazas incontables,
nos hicimos dueños de la posibilidad
y estaba muriendo poco a poco
en nuestras manos
lo prohibido.
capaces de besar,
capaces de formar corazas incontables,
nos hicimos dueños de la posibilidad
y estaba muriendo poco a poco
en nuestras manos
lo prohibido.
Desde aquel entonces no tropiezo
de esa manera que sabe a vuelo raso,
a la manera tonta de cometer un fallo porque sí
o a la inmensidad que oprime la palabra ‘casi’.
de esa manera que sabe a vuelo raso,
a la manera tonta de cometer un fallo porque sí
o a la inmensidad que oprime la palabra ‘casi’.
Recuerdo que salimos a buscar la paz
y encontramos una guerra que nos divertía,
una guerra que no hacía daño
y por la que toooooooodo el mundo
pagaría. Una de dos,
una guerra de dos, a vida o muerte.
Sólo había una ley,
luchar juntos.
y encontramos una guerra que nos divertía,
una guerra que no hacía daño
y por la que toooooooodo el mundo
pagaría. Una de dos,
una guerra de dos, a vida o muerte.
Sólo había una ley,
luchar juntos.
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