Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2013

Similitud, y esas cosas.

¿Nunca os pasa como cuando váis en coche, de repente empieza a llover y mirando a la ventana os parece como si estuviérais en una escena de alguna que otra película? A mí me pasa constantemente. Te quedas mirando las carreras que hacen esas gotas de agua al caer sobre el cristal de la puerta. La sensación que dan esas simples gotas, sólo tienes que mirarlas fijamente. Cuando se juntan unas con otras, se hacen más fuertes, más grandes. Entonces eso hace que el viento la mueva más despacio, sobreviviendo así al borde de la ventana que evita que muera allí, así sin más. La de cosas que se pueden aprender en un viaje en coche. Es como ir dando tumbos por la vida, como una sensación de mini-flashback. Lo ves todo, sin que ocurra. El como pasa el tiempo, las personas, las cosas, en como cambian cada una de ellas. Cientos de árboles viviendo a treinta metros sobre tu cabeza, haciendo lo posible para que la tormenta no lo tire abajo. Otros, caídos, muertos, por el puto tiempo. En esas ocasione

Hablamos de imposibles.

La idea de tener que ahorrar latidos para seguir viviendo. Para que el corazón deje de ser sólo un puto órgano que bombea sangre. No sé, empezar a quererte. Empezar a querernos. No como los mayores, sino de verdad. Siempre hemos sido más de odiarnos y odiar los domingos y luego echarnos de menos los lunes. Que se vive sólo una vez. Y hay que apuntar alto. Hay que estar a la altura. Te juro que hay canciones que hablan de ti. Y yo sólo quiero asegurarme de que tu sonrisa es mi rutina preferida. Que el amor está que te cagas de bonito, coño. Deberían de hacer un minuto de silencio por el amor en el mundo. Se lo merece, hay personas que lo merecen. Joder, no te alejes más, que duele. Para mí siempre serás el apartado sin tachar en mi lista de sueños imposibles de cumplir. Tengo el tiempo que pasa de largo, las ganas de irme y la necesidad de permanecer aquí, mi montaña de sueños montada ante mis ojos, la culpa que se amontona y el perdón que se esconde, la duda que aprieta y el deseo que

¿Sabes?

¿Sabes? No, no somos perfectos, ni tenemos la misma edad, ni los mismos gustos, ni nos gusta la misma música, ni tenemos la misma mirada, ni nos gusta el mismo programa de televisión, ni la misma comida. Tu eres tan sencilla y yo tan complejo. Pero, ¿sabes otra cosa? Dicen que los mejores amores, los de película, los que de verdad cuentan son aquellos que no son perfectos. Que sólo es perfecto si ellos dos están juntos, los que no tienen los mismos gustos, los que necesitan verse cada segundo del día. Puede que sea difícil, pero ya ves. Si es difícil es porque, al fin y al cabo, vale la pena.

Eh chica.

Hola pequeña, vengo del futuro para decirte que la X-box sigue funcionando, y que nuestro hijo se ha quedado dormido.

Todo o nada.

Te beberás un océano de mis miedos, en un vasito de agua que pondré en la mesilla cada noche. Y tendré que despertarte por la mañana, lo siento. Pero es que dormir contigo es más excitante que cualquiera de mis sueños. Quiero este aquelarre de humo, este complot de elegías; quiero en verdad cada sombra y cada despiste, tus medias sonrisas. Este no saber qué hacer ni dónde, pero contigo. No te vayas demasiado lejos porque puedo mover un planeta para encontrarte. No me importan los continentes si tú eres el contenido. Y espero que a ti no te importen las confidencias, los atracos a beso o muerte, todo lo que se mueve en un sigilo. Voy a pasar mis brazos por tus hombros cuando vayamos al cine. Voy a discutir contigo sobre el final de cada película, sobre el principio de nuestra historia. Voy a abrir las ventanas de par en par, para que entres en mi vida de la única forma que sabes: volando.

Que puto enganche.

¿De qué vale el alcohol? Si te levantas peor que cuando te acostaste. No vuelvo a beber más, lo juro. Aunque jurar no me sirva ya de nada, nadie se traga mis palabras, ni siquiera yo mismo. Otro jodido domingo de resaca peleando conmigo mismo por tus pestañas. Cuando llevas una peste encima tan grande, te das asco a ti mismo. Así me siento yo, asqueado. Soy el gilipollas más gilipollas de todos los gilipollas. No sé para qué mierda escribo esto si ni siquiera me leerás ya. Toca desahogarme, ¿y qué mejor forma que romperme por dentro para no demostrarlo por fuera? Aunque sinceramente, me gustaría desahogarme contigo. Darte un puto beso por cada vez que pestañeo, y que cuanto más tiempo tenga cerrados los ojos, más dure ese momento. Chica, yo no quiero que vuelvas, lo que quiero es que no te vayas nunca. Un jodido yonki está menos enganchado a su mierda que yo a ti. Acostumbrado a este sin vivir. Digo sin vivir porque no vivo, agusto. Si es verdad que esta es mi vida y que puedo hacer co

Tus ojos como método de subsistencia.

¿Sabes qué pasa? Que si, definitivamente esto es la hostia. No nos conocíamos, ni queríamos conocernos. O por lo menos tú. Yo tuve suerte. Quizás po haberme topado un día cualquiera pero no con una chica cualquiera, o tal vez por no encontrar salida en ese laberinto de tus ojos. Las luces de Gran Vía son una mierda si las comparas con tus ojos, chica. Que las excusas son más rebuscadas si son para verte. Que de verdad, no sé ya ni cómo tengo huevos para irme de tu lado aunque sea un instante. Quiero ese "Ni tu sin mi, ni yo sin ti." Me pasaría la vida hablando maravillas sobre tu sonrisa. Por gustarme me gustan hasta tus defectos. Vamos no me jodas, tiemblo menos con un terremoto que es capaz de destruir el Universo que contigo. Y no, ya no es frío. Es sentirte. Sentirte cerca, no sé, será que me siento inferior o algo. Será que no quieren que estemos juntos y cuando lo estamos, el mundo estalla. Como estar con los pies rozando el puto cielo, y al suelo que le den, tía. Un g

Tú dices que me quieres.

Unos buscando vida en otros planetas y yo preguntándome porqué hay planetas y lunas en ella. En su vida. No sé, supongo que esto me viene grande. Creo que soy nuevo en esto, o es la sensación de que es diferente, y a la vez tan igual como cualquier otra. Tía, a mi no me vuelvas loco. Solía decir, cuando lo único que quería quizás era no perderme, ni perderla, sino perdernos. Hay veces en las que la vida de una persona se basa en ese amor de tren. Ese incrédulo amor que crees único. Existe más de un amor. Está ese por el que subes al tren, sin saber donde será la próxima parada, sólo compras el ticket y que sea lo que dios quiera, te arriesgas a un infierno o a un cielo, pero con ella. Pones tu confianza, tu empeño y valor por esa persona. Es como decir: "Venga, enamórame si puedes." Le pides que te enseñe el mundo, fuera de tu rutina, donde quizá se juntan más de una para hacerla completa. Luego, está ese otro amor que dejas en la estación. Ese que puede que se pase el

Ya nos tocará a nosotros ser felices.

Se me quedaron las ganas de ti metidas en la almohada, y ahora tengo que irme a dormir con ellas. Tía, ¿dónde coño te has metido todos estos años? Buscaba a alguien que hiciera que me temblaran las piernas. Y sé que eres tú, porque empiezo a temblar cuando te acercas. -Los domingos pasearemos de la mano, y los lunes correré hasta tus labios. -¿Cómo coño vas a hacer eso? Será un infierno estar tan lejos. -Nada es un infierno si te tengo esperando al otro lado, eres como mi atajo a las puertas del cielo. El tiempo pasa, las personas cambian, el café se enfría. Como tus manos, buscando refugio en las mías para calentarlas. -Me muero tío, todo esto es una mierda. -Te crées que a mi no me gustaría mandarte un mensaje y a los cinco putos minutos estar en el portal de tu casa esperándote. Y aquí estoy, jodiéndome como tu. -Ya pero pf, no sé. Tengo miedo. -¿Miedo a qué tonta? -A los fracasos. A los palos y hostias que podamos darnos. Puede pasar de todo. -Eh enana, aquí sólo pasa e

Tu voz es mi canción favorita.

Y todo empieza a volverse oscuro. Y el silencio de mi habitación. Y el caos de dentro de mi cama. Y tú vuelves a no estar. Y te vuelvo a pensar. Y, joder qué difícil es escuchar tu voz sin poder acariciarte el pelo. —¿Por qué? —¿Por qué qué? —Que por qué no paras de mirarme—y se enreda entre las sábanas. —No sé, es esa sensación de querer que se pare el tiempo y quedarme así para siempre.—le pega un golpecito en la nariz que le hace sonreír.—Es como que me jode porque los momentos no se pueden repetir. Es como que la vida te reta a que vivas cada momento lo mejor posible. —¿Has pensado alguna vez en la muerte? —Claro. —Pues siempre hay momentos en los que te sientes inmortal, en los que tienes fuerza suficiente como para saber que vas a salir ileso de cualquier locura y de cualquier hosti o amor. Y luego... —Luego te das cuenta de que el tiempo pasa también para ti. Y de que ya no eres un crío. Te das cuenta de que la cama se queda grande para ti solo. Y de que tu ciudad se que