Ir al contenido principal

Un día diferente.

He sanado muchas veces. De vez en cuando la necesidad de sentir vacío hacia alguna cosa me llenaba de agujeros. Y no siempre se altera uno cuando se pone nervioso. Al menos, yo he acariciado unas manos frías, he sabido asaltar a la hora exacta un corazón a destiempo. Y así como todos, he abierto una brecha a un lugar perfecto donde no hay nadie capaz de destrozar mi ego más redundante.
Nunca sé qué decir en estos casos, por eso siempre grito a lo loco. Ojo, que gritar a lo loco es un ascensor hacia arriba, pero no sabes hasta qué planta exactamente. Lo mejor, en realidad, de las personas no son las personas. Nadie sabe ser uno mismo hoy en día.
Yo, por ejemplo, soy tú, y mi madre, y mi tía, y mi hermano pequeño. Soy tan otras personas que no me conozco cuando me llamo. Se me da bien hablar solo, sobre todo cuando ni yo me estoy escuchando.
Me siento alagado cuando me dicen que beso bien, que hago algo a beneficio de terceros. Aunque no me nazca, si algo sé hacerlo bien he de hacerlo solo para que hablen bien de mí.
Y así fue como mi personalidad se fue al garete, detrás de un pelo alborotado a las dos de la madrugada. Algún día os enseñaré a ser felices, dadme tiempo, que yo aún no he aprendido.
Os podría decir que suelo sacarle bastante partido a las prórrogas, a las cosas que llegan tarde porque estaban esperando a algo (o a alguien) mucho más importante que yo.
Que suele pasar, eso de que os conozcan muchísimo y sepan donde tienen que dejarse caer para que te coloques justo debajo, y ahí es cuando te hincan el codo.
No sé, las personas estamos indignadas con el futurismo, porque caminamos con los ojos cerrados pero muy seguros de que no tenemos ni puta idea de a dónde vamos a llegar. Y seguramente nos encontremos en la casilla de salida cuando todo parezca carecer de importancia.
Un principio es un final mal acabado, porque lo bonito de triunfar es que no pierdas la cabeza. Aunque el rollo este romántico que se traen algunos esté lo suficientemente lejos de poder crear un ejército de espermatozoides ganadores.
Yo siempre he sido así, pero justo así como no podría explicarlo. No tengo ningún interés en la ciencia porque de muchos he sabido que le sacan conclusiones a las cosas que tienen muchísimo más sentido siendo inciertas, desconociéndolas es como se sobrevive al desastre artificial.
La naturaleza es fantástica, me gustan las manos trabajadas y no tengo nada que ver con las alarmas que no suenan. Solo que si algún día me da por escribir todo lo que no siento, explotarán todos los relojes, al menos los que marcan mi vida. Que no es poco conformarse con mucho, pero si pudiéramos conseguir que flaquearan todos y cada uno de nuestros puntos muertos estaríamos más vivos que nunca.
Y ahí es donde yo quería llegar desde el principio, a una conclusión absurda que me salve de tener que explicaros todo aquello que no entiendo. Pero lo disfruto, sonrío a todas las personas que me encuentro por la calle. Y mañana vuelve a ser otro día, diferente, al que siempre imaginé tener desde pequeño.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi pesar.

 Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo.  Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...

Ya no quiere ser fuerte.

Ya no salta. Piensa que se ha hecho mayor y que ya nadie quiere jugar a ser el astronauta que va saltando sobre sus lunares. Dice que está triste, que el mundo está triste. Y eso la hace estar más triste aún. Se le ha escapado una sonrisa, corred y pedid un deseo. Deseo no estar aquí. Deseo ser libre atada a sus brazos. No me acuerdo, pero era preciosa. Y educada, siempre me preguntaba si quería echar otro. Adivinadlo, no estoy hablando de pitis. Cuando el sol se pone su mundo se agita, se vuelca, se consume. No se siente capacitada para vivir sola, y define sola: sin ti. Mira por la ventana buscando excusas, un viento que venga con propósitos y dos cojones para reformar su corazón, su cajita fuerte. Grita a sabiendas de que no la escuchan, pide auxilio en voz baja porque no quiere que nadie la suba a su espalda. Le dan miedo las alturas, pero volar es su hijo pequeño, el amor arcano del que no ve sólo porque no quiere ver. Hace laberintos en su mente, se pierde por un mundo que...

Bajo cero.

Apostaría y empezaría todo esto por el final, pero  las cosas se complican si tu ya no estás en mis finales. Si ya después de despedirnos no miras atrás por si yo también  lo hago. Porque lo hago.  Las cosas tropezaron cuando, por inercia, dejaste de ver al mundo como  nuestro reflejo al pisar un charco.  Nos hicimos polvo cuando  el invierno decidió ponerle un  grado menos a todo esto, cuando el brillo de tus ojos  se disfrazó de querer seguir aquí, mientras todo el resto de tu cuerpo había salido corriendo.  Porque el hielo quema, y tu risa da vida.  La suerte habla por ahí de ti, y vaya si da envidia.  Empezar por querer, y querer acabar por quererse.  Ojalá el amor fuera poesía, chocolate, películas y palomitas.  Y no tú, ni las caricias porque sí. Me cuesta mirar a través de ti, y si te quitas del medio me quedo ciego. Será cierto que no quise darme la vuelta, pero es que tu paisaje era tan bonito. No sé, por estas co...