Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2016

Transparencia psicoterapéutica.

Dice que no le queda nada claro, que los ojos le brillan por el Sol. Que está entusiasmada con todo lo nuevo, pero cuida lo viejo como si lo hubiera dejado salir de sus entrañas. Al fin y al cabo no hay nada como una madre. Siempre hemos estado de aquí hacia allí y nunca en ambos sitios a la vez. Es una putada no poder disfrutar del verano en diciembre. Tampoco vamos a permitirnos ser fugaces como la luz, solo vamos a prometer unas cuantas veces al olvido que le recordaremos para toda la vida. Y cuidarnos: mientras nos tengamos. Cuando no, será una familia desahuciada la que llore por el calor que les falta. Repito: - sé que soy muy pesado - antes, siempre antes. Hay que sentir cuando menos lo esperemos. El cielo no se abre todos los días y sus piernas están de vacaciones. Se llega tarde cuando alguien te está esperando. De no ser así, no estaría escribiendo gilipolleces. Por una vez en la vida estoy viviendo, estoy sonriendo en el momento más oportuno: cuando más triste estaba.

de par en par apostando al uno.

La verdad es que se entretiene con cualquier cosa. Además, tiene un afán por mojarse los labios con la lengua como si con cada gesto diera una gota de agua a los que mueren de sed en los desiertos. Es muy estúpida, la verdad. Siempre ha pensado que me puede llegar a querer muchísimo más que yo a ella. Qué ingenua. Se pone tacones para mirar más desde arriba, para comprobar el cambio que sufren las personas cuando agachan la cabeza. Quiere salvar vidas, le gustaría ser enfermera y no sabe que lleva muchísimo tiempo arreglándome el corazón. Algún día diré todo lo que he querido decir desde que me ha salido barba. Y es que la gente me mira diferente pero sólo con ella me siento distinto. Pierde la mirada para apuntar a un objetivo. Solo que no busca, sino espera a que la encuentren. Después dispara por la retaguardia. No le gustan las guerras, pero seguro que su cabeza piensa en un futuro embutido en peleas de almohadas. Quiere con los pies -aparte de con el corazón-, porque

Ella es de esas.

Por no deciros que echar de menos es el motivo más fuerte por el que escribo. También porque, a veces: por cosas de la vida, crees en cosas que han pasado pero no a ti. Estamos en ese punto, A punto de empezar. Y así llevamos casi seis meses. No obstante, ella me quiere. Por ese mismo motivo he dejado de fracasar, he dejado las penas a un lado para hacerle hueco. Qué os voy a contar, ella me da la mano en plena tormenta de arena. Estuvimos pensando durante bastante tiempo quién iba a tirar la primera piedra. Por cortesía: las señoritas primero. Y nos conocimos, sin saber qué iba a pasar pero sí sabiendo lo que realmente querríamos que pasara. La sorpresa vino al escampar, que nos quedamos con sed. Decidimos vernos a escondidas del mundo, ya sabéis, por eso del miedo a que te tengan tanta envidia que sacrifiquen su dignidad por hacerte sentir un poco mal. La verdad es que nos va bien, nos va tan bien que hemos dejado de pedir deseos y estamos empezando a cumplirlos. Además, ella es de

Cosas que nunca supe.

Y deciros, que no todo iba a ser malo. Que detrás de todas esas señales que hacen con el pelo, mucho más allá de los ‘si no me hablas tú, yo tampoco lo haré’ había una pequeña vela que no perdía el ritmo a ese viejo piano que sangraba notas un poco confusas. Una bandada de respuestas que al llegar el invierno emigrarían a otro señor quizá un poco más alto que yo. Estoy seguro de que existen razones que nos tienen a nosotros. Encerrados en un armario, luchando contra nuestro jefe porque no nos paga lo suficiente. En la barra del bar, hablando de lo que pasó ayer en casa mientras no estábamos, porque seguíamos ahí. Me pone más el negro que el rojo, pero cualquier cosa seria me tira de los pelos. Es que a ver, no todos tenemos a alguien que nos eche su aliento por el cuello a la hora de dormir. Yo no sabía que debía sacar mi lado sensible cuando el color gris de su falda de los martes avisaba del mal tiempo. Ojo: debemos conocer muy bien a las mujeres si queremos comer lo que

Somos humanos.

    Existe la terrible sensación de no saber qué hacer con las ganas  de hacer algo, de hacernos a alguien.       Que tampoco iba a apuñalaros por la espalda, solo he pensado en la de veces que miramos a un sandwitch antes de comérnoslo. Por cierto, vaya vacío dejan las personas que agitan tu vida. Imagináos que queréis: no cansa menos por no levantarte de la cama. He estado peleando contra la posibilidad de que alguien juegue conmigo. He de decir, también, que no me caben los sueños debajo del colchón, que mientras alguien los persigue yo los escribo. Y os los cuento, sin importarme lo más mínimo que me los robéis.   Me he enganchado al olor de la ropa de una chica y he sido ludópata de incontables fracasos amorosos. Guay, te tiras sin hacer lo que más te gusta, no sé, tres días y ya te dicen que eres un dejao. Hacer lo que queremos, cuando queremos, como queremos y porque queremos es nuestro yo pequeño. Espero que no sigáis llamando suerte a objetos de la suerte,

Aquí tampoco es.

Entonces yo debí morir mogollones de veces. Cada vez que termino un libro, me caigo, escucho mi canción favorita, abro cada paquete de palomitas y holgazaneo en el sofá para ver una peli. Incluso de las veces que miras al reloj y ves, que los números coinciden. Que todo tenía sentido, o cada vez que cualquier cosa lo pierde. No soy consciente de la de puertas que he tenido que comprar a lo largo de mi vida para llegar hasta aquí. Y las llaves siempre las perdía por el camino. ¿Alguna vez os han dicho eso de que: cuando algo se acaba, es porque te está esperando algo mejor?. ¿Quién lo decide, y si ese algo mejor no encuentra el camino a casa?. El mundo es demasiado grande para estar buscando a la suerte, a esa niña pequeña que salió detrás de un hombre con montañas de caramelos en los bolsillos. Yo sólo espero que aquellas personas que llegan muy, muy profundo, no se asusten. Lo bonito es llegar hasta el final, pero no terminar nunca. Y con esto abrir un hueco para sentarme. Porque es v

Dédalo.

Siete calles llevaban tu nombre, diez hombres entraron y no han vuelto a salir.   Caricias derramadas por las esquinas, mogollón de cosas pequeñas intentando encajar para así formar una grande.   Tres tristes tigres buscando la aguja en el pajar donde siempre es de noche.   Una, una sola lágrima llorando.   Polvo, no por el sexo, por la destrucción.   Intenté cerrar las puertas de aquel laberinto que olía a despedida, y cuando me tapé la nariz salió corriendo y me abrazó por la espalda.  

No te enfades, amor.

A qué sabes si te muerdo . Estoy preo cupado por la herida pero saltas como si empre. Te encanta saltar, como siempre. Y no por no llevar un la zo en el pelo la felicidad es menos bonita. Cl aro que me gustaría abrazarte, pero ahora soy yo quien te acusa de hacer q ue o lvide el camino de vuelta, de perderme a mi mismo . Por ser irremediablemente cansin o cuando todos siguen jugando en el parque.       Mi boca confunde los suspiros con intentos de hacer aritos con el humo del tabaco. Hoy por hoy sigue la pistola cargada encima de la mesilla de noche, y yo aun no me he atrevido a disparar. Algún día vendré sin avisar y tra eré invita dos. P ero no te enfades, que a mi los sentimientos siempr e me han acompañado a todas partes.   Ganar, ganar, ganar, pero n i idea de los premios.   Que lo mismo se hace de n oche y se guimos fin giendo que hay algo que nos alumbra el corazón. A lo nuestro que la abaricia rompe el saco .