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Mostrando entradas de 2019

Origine.

No es por ser preciso ni el momento más oportuno. No fueron las estrellas ni la Luna, tampoco los astros ni la madre de todos los mundos. Parecía que brillara toda la oscuridad del universo, agujeros negros llenándose de gracia, resolutivos pusieron punto y final para así dar comienzo a un sin fin de materia gris que colapsó a la preciada génesis de los más preciados finales. Quizá esa noche no tuve más remedio que asumir la derrota de aquellos que vencieron, incluyéndome en el libro de las leyendas como un personaje que pasó de principal a transparente, a eco, a luz final de túnel. No fui más que ese proyecto llevado a cabo por todo lo anterior, vislumbrando con una voz feroz al lobo hambriento sacio de comida y bebida, tragabuche felizmente cansado de portar la dosis suficiente de veneno inmortal. El pantano se secó tras la espera, mientras el naufragio iba guiado en ese barco de papel aturdido por la lluvia, trastornado

Tu nombre.

Así sonaba tu nombre. Como una revolución perdida en medio del vigésimo planeta. Como un pájaro en la azotea deshabitada. Tu nombre era aquel sargento que prohibía la desmesura de las estrellas. Era, como lo incognoscible, impenetrable atuendo de voces coristas que, detrás de un velo, desmantelaban la estrategia del fin del mundo. Tu nombre era el comienzo. La catarsis vomitando impurezas. El desdén abrazando a la primavera. Tu océano de mujer siempre atrajo a la sed de mi venganza. Yo ya solo lloraba orillas. Olas muertas de calor en un invierno voraz y catastrófico, donde las nubes dejaron de dibujar los sueños y los niños tenían miedo a decir la verdad. Hubiste hechizado a aquel mundo que parecía bailar mientras tú silbabas. Aquel gargajo de dudas que expulsó a todas las incógnitas. Nunca estoy mejor sin ti. Pero lo parezco. Parezco tantas cosas que no soy ninguna. Y no exagero cuando finjo estar triste. La tristeza me invade, me sepulta, me entierr

Todas las veces que te quise.

Normalmente me planteo si todo lo que se ha apoderado de mí, tendría el valor suficiente para quererme libre. Si casi rozando el pensamiento lúdico, me vería enfrentado a una infancia capaz de desarrollar alguna que otra técnica que corroborase lo obsoleto ante el paso del tiempo. Casi nunca también es para siempre. Es una sensación de despropósito que disfraza al día a día como si el pasado pudiese transformar el futuro, pero eso no funciona si alguno de los dos dejamos de estar presentes. Aún recuerdo la primera vez que te quise, fue como una puñalada a la tristeza, como un agujero negro que contiene una fuerza inhóspita pero que sabe a cielo y puede tragar y tragar como si no hubiese fondo ni límite para las cosas desagradables. Tú nunca cupiste dentro. Siempre te quedas al borde, en la esquinita callada, decorando el filo de la muerte con un poco de vida. Desde un segundo plano pusiste nombre al primero. Desde una ventana, lograste abrir una puerta. Una puerta hacia el finito inf