Y deciros, que no todo iba a ser malo. Que detrás de todas esas señales que hacen con el pelo, mucho más allá de los ‘si no me hablas tú, yo tampoco lo haré’ había una pequeña vela que no perdía el ritmo a ese viejo piano que sangraba notas un poco confusas. Una bandada de respuestas que al llegar el invierno emigrarían a otro señor quizá un poco más alto que yo. Estoy seguro de que existen razones que nos tienen a nosotros. Encerrados en un armario, luchando contra nuestro jefe porque no nos paga lo suficiente. En la barra del bar, hablando de lo que pasó ayer en casa mientras no estábamos, porque seguíamos ahí. Me pone más el negro que el rojo, pero cualquier cosa seria me tira de los pelos. Es que a ver, no todos tenemos a alguien que nos eche su aliento por el cuello a la hora de dormir. Yo no sabía que debía sacar mi lado sensible cuando el color gris de su falda de los martes avisaba del mal tiempo. Ojo: debemos conocer muy bien a las mujeres si queremos comer lo que