Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

Me dan miedo los aviones.

De pequeño me preguntaba cómo sería de mayor. Y ahora que soy un poco más mayor, me pregunto si todo hubiera sido exactamente igual si no hubiera escrito alguna vez lo que siento. Si, casi sin querer, nunca hubiera tirado aquella comida al suelo para alimentar a un perro o a un gato. Todo sería un poco diferente, si ni siquiera hubiera escuchado al silencio a las 4:00 de la mañana, si el tic tac de un reloj nunca hubiera agujereado mi mente cuando yo no encontraba la llave maestra. Lo recuerdo, recuerdo cosas que se me olvidaron en casa, recuerdo cartas que nunca envié a ciertas personas por miedo a que no fueran respondidas. Ahora las cosas son así, pero, y si nunca se me hubiera caído nada de los bolsillos, o simplemente no hubiera andado por callejuelas que no tenían música, sentido, o salida. Tal vez habría sido mejor persona, o mis miedos no habrían organizado aquella manifestación que pude impedir y no lo hice. O gritar, y si nunca hubiera gritado. Y si tampoco hubier

catálogo de personas.

Estoy seguro de que hay personas queriéndose más de la cuenta sin importarles el daño, peso, o casualidad que eso conlleve. Estoy súper convencido, el amor no es algo que se pueda medir y sin embargo le tratamos como a un niño pequeño. Es cierto que tenemos dos partes: la nuestra, y la que regalamos porque creemos que la otra persona la va a tratar o aprovechar mucho mejor que nosotros. También hay dos tipos de miedos: al que tememos y al que no. Y eso os lo explicará alguien sin deciros nada, solo marcando y estando. Soy de los que creen que nos equivocamos cuando creemos que las cosas están bien, porque seguro que podrían ir mucho mejor. Catalogo a las personas como conformistas, nos pongo un cinco en la nota y bueno, está bien. Pero qué sería tener un ocho, un nueve, diez.. Lo que quería deciros es que a veces nos conformamos con un poco de equilibrio porque no queremos meter más peso de la cuenta para que no balancee la cuerda y acabe por romperse. También soy de los muchos que

Problema 84.

Yo solo quiero pasear de su mano como quien nunca dice haber tocado las estrellas. Ver el mundo como lo hacen las personas que quieren desde el otro lado, del lado de la compañía, las tardes de pelis, los cigarros de después de comer. La quiero, sé que la quiero porque cuando meto las manos en mis bolsillos, soy consciente del mogollón de trozos del mundo que me quedan por descubrir. Dicen que hay cosas -o personas- que están destinadas a no ser más que un ojalá. Y tras tanto naufragar, las ganas de pelear acaban ahogándose, y el mar es demasiado inmenso como para ponerse a buscarlas. Hay quien afirma que la esperanza vive en la casa de enfrente.  Aún podemos salvarnos, gastar las huellas dactilares de tanto tocarnos, sentirnos. Como quien perdona y es rencoroso, o el que vence pero todavía le queda mucho por ganar. Podríamos traer la primavera, empezando por las mariposas. Despistar al universo acoplando sus caderas a m

Quiero que leáis esto.

He querido como quien promete respirar bajo el agua, para así terminar ahogándome como cualquier idiota. Lo hice queriendo, te quise a posta y resbalaste.  Te hiciste daño sin saber que yo era parte de ti y  que aquí también dolía. Como la primera vez, como cuando juras no haber sentido mas dolor. El mundo camina cabizbajo porque un día prometió que la felicidad no reinaría en él. Lo que nunca supo es que él era de todos, y que nosotros, en cambio, éramos el uno para el otro.