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Mostrando entradas de julio, 2015

Sométeme a tu risa.

A hurtadillas por la casa, apretando los dientes, intentando no meter las manos en los bolsillos. De pie, en una esquina de la habitación mirando el recuerdo fotografiado en mi mente. Lloro, me noto frágil y cobarde por no saber cómo llamarte después de que no vinieras nunca. Porque la verdad es todo aquello que no nos esperamos y tú solo eras una mentira. Desde entonces creo en los demonios, en la gente falsa que me dice cosas bonitas de ti. Pregunté por qué y sonreíste, luego yo y entonces no quise más explicaciones.

Y por supuesto.

Estamos mal acostumbrados. Creemos no saber cual es nuestro sitio hasta que alguien venga y nos lo diga. 'No estoy hecho para esto, aquí sobro.' Tenemos en mente un lugar maravilloso pero ponemos una señal de prohibido pasar en la entrada. Y la verdad es sentirnos abrazados, lo mas real del mundo es esa mano que te invite a pasar porque así todo es más fácil. Pero algún día tenemos que mirar las reglas: Tu lugar no es un sitio con esa persona, sino esa persona con muchos lugares dentro del bolso. Esa tarjeta amarilla que te advierte de la siguiente y te obliga a no volver a fallar. Ese castigo que te ponían en la escuela para que no volvieras a cometer el mismo error. Lo cierto es que el disco duro está a rebosar, pero en la memoria interna siembre hay unos cuantos gigas de más dispuestos a aceptar sonrisas que te lleven por el mal camino y te acostumbren a cosas que no son las más acertadas, pero son las que te hacen más feliz. Hoy voy a equivocarme, mañana pensaré en todo lo