Hay un hombre desesperado porque ha perdido el tren, un reloj que se siente inútil: porque no puede cumplir cuando alguien desea que se pare. Semáforos en rojo, peleándose con la multitud. Tú al final, yo al principio. A ver si te alcanzo. Cuatro callejones lloran porque no hay luz que los aguante. Tres hojas caídas ven imposible el camino de vuelta a casa. Dos, quién diría que tú, quién apostaría porque yo, no nos crucemos en alguna vida. Una, ya mayor, fuerte y fría. Absurda la gritan. Culpable, de que los calcetines pierdan su par y no volvamos a encontrarlo. Obsesionada, porque tú por tu camino y yo por el mío, cuando el nuestro le da mil vueltas. Catástrofe, porque después de un sí, vienen treinta no. Infantil: el cuento que te cuentan cuando eres pequeño y no quieres creerte lo que pasa al final, porque es triste. Paraíso, cuando la superas y dices a tomar por culo en voz alta. Nerviosa, tú