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Mostrando entradas de julio, 2020

La inexactitud de lo efímero.

No sabéis lo satisfactorio que es promulgar por el mundo tus propias ideas, sentimientos y emociones. Esta mañana me han llegado algunas copias del libro que he autopublicado en Amazon. Todo el esfuerzo de la impresión y de la maquetación, las noches largas pensando en cómo habrá quedado y si gustará el resultado al final de todo.  La cosa es que gracias a la vida no he pasado por esto solo, tengo que agradecer la mitad del trabajo a mi novia, que siempre ha estado a pie del cañón para impulsarme hacia lo más alto. Y sé que si alguna vez caigo, estará preparada con los brazos abiertos para cogerme. Es una de esas cosas que solo pasan una vez en la vida, y esta es la mía. Los libros han llegado justo hoy y no he parado de mirarlos frente a frente, por los cuatro costados y en su interior. Siempre me detengo en los puntos flacos y fuertes, así como en el conformismo que mi persona produce al ver que la mitad de ellos ya tienen dueño. Me apasiona ver que tanto mis amigos como otros lector

Primeros trazos.

Antes hay que coger el calvario y llevarlo a otro nivel. Fundamentalmente, tenemos cinco sentidos que perder y otras capacidades cognitivas que no están a disposición de todo nuestro público. El entorno debe influir ante la capacidad creadora y transformarse en el protagonista del desvarío emocional. Las personas que hay detrás de los textos pueden ser culpables, pero raramente son juzgadas. Casi siempre deseamos que un personaje viva y que otro muera, pero dentro de la historia se hace inmortal en la realidad que dibuja el lector. Cuando cogemos una pieza y la partimos en dos, tenemos el mismo puzzle a medio hacer que cuando era una sola.  La ilegibilidad que posee una palabra depende del grado de importancia que le demos, por eso tendemos a pensar que estamos leyendo mientras leemos, cuando lo normal sea convencerse de que estamos viviendo mientras lo hacemos. Quizá en algún momento dejemos a un lado la historia para hacernos partícipe de lo real, porque los libros se cierran con la