Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2017

Incertidumbre.

Qué es la soledad sino la falta de emociones, de qué trata el cariño si no es de usted. En qué se basa el respeto si no son unos ojos incesantes, sobre otros acobardados. Por qué se consume la ternura si no es la falta de un cuerpo firmado y pagado a corto plazo por las ganas. Dónde han quedado los sentidos si por su boca no muere el pez, sino que encuentra el camino de vuelta a casa. Dice su piel que unas manos son como una máquina del tiempo, viajando por recuerdos hasta no llegar al olvido. Cuándo se extinguió la causa por la que quedarse, cuánto nos va a costar sufragar estos miedos. Por dónde queda la exigencia, la lealtad, hacia aquellos reyes que no existen. Cuándo cobrará vida este amor bastardo, encarcelado en la prisión del ya no más. Para quién, amor, sino nosotros, es la muerte acechando sonriente. Y por qué ha de regresar, lo que no llamo, lo que no busco, lo que ya creía que no me hacía falta.

Vendas.

No me termina de gustar que la locura se apiade de nosotros, como si fuese un gatito aterrorizado. Estamos tan tranquilos hasta que, un día cualquiera, viene otro cualquiera y se atreve a decirnos que lo que creíamos fugaz e ingenuo no eran más que pensamientos abstractos, que lo que creíamos capaz de todo se convirtió en algo insignificante desde que apostamos por un destino concreto. Creo que la finitud de lo inalterable no llega muy lejos, porque por la misma regla de tres, eso de que: "las mentiras tienen las patas muy cortas", la verdad apenas ha aprendido a andar. Y acabamos dando alas a lo que nos vio nacer provocándonos un dolor de cabeza de tres mil cojones, pensamientos que no se callan porque en otras cabezas murmuran que todo lo que debería perdurar también puede escribirse a lápiz. Al fin y al cabo, los cabos se sitúan en el fin, y nosotros de por medio, creyendo que hay vida después de la muerte y movidas que no hemos experimentado pero luego pondríamos la

Da igual cuando leas esto.

Da igual cuando leas esto. Solo quiero que no lo olvides, que lleves incrustado en ti ese pedacito de mí que te ofrecí con todas mis fuerzas. Ese niño que intentó salir ileso y acabó llamándose iluso. Aquellas confesiones que al atardecer parecían trucos de magia, y nos frotábamos los ojos para ser un poco más reales que el silencio. Perdía la noción del tiempo porque para mí el tiempo se acaba cuando encuentras ese lugar. Deberías saber que existe la sensación de que hay sitios que son capaces de poner una pausa a tu vida; una pausa que no es que sepa a punto final, sino que se convierte en un final feliz interminable. De esos que te dura la sonrisa un mes, que te hace cosquillas en la espalda, que te pone el bello de punta, que te hace sentir más guapo. Da igual cuando leas esto. Nunca se me dio bien poner fecha de caducidad a lo que muere por dentro, porque morir por dentro es florecer un poco por fuera, dando sentido a todo lo que no lo tiene. Ac