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Mostrando entradas de abril, 2016

Dédalo.

Siete calles llevaban tu nombre, diez hombres entraron y no han vuelto a salir.   Caricias derramadas por las esquinas, mogollón de cosas pequeñas intentando encajar para así formar una grande.   Tres tristes tigres buscando la aguja en el pajar donde siempre es de noche.   Una, una sola lágrima llorando.   Polvo, no por el sexo, por la destrucción.   Intenté cerrar las puertas de aquel laberinto que olía a despedida, y cuando me tapé la nariz salió corriendo y me abrazó por la espalda.