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Mostrando entradas de 2015

Equi(distancias)

Hay un hombre desesperado porque ha perdido el tren, un reloj que se siente inútil: porque no puede cumplir cuando alguien desea que se pare. Semáforos en rojo, peleándose con la multitud. Tú al final, yo al principio. A ver si te alcanzo. Cuatro callejones lloran porque no hay luz que los aguante. Tres hojas caídas ven imposible el camino de vuelta a casa. Dos, quién diría que tú, quién apostaría porque yo, no nos crucemos en alguna vida. Una, ya mayor, fuerte y fría. Absurda la gritan. Culpable, de que los calcetines pierdan su par y no volvamos a encontrarlo. Obsesionada, porque tú por tu camino y yo por el mío, cuando el nuestro le da mil vueltas. Catástrofe, porque después de un sí, vienen treinta no. Infantil: el cuento que te cuentan cuando eres pequeño y no quieres creerte lo que pasa al final, porque es triste. Paraíso, cuando la superas y dices a tomar por culo en voz alta. Nerviosa, tú

Casi acierto, 43.

He tenido que dejar atrás al rencor, para que cuando me alcance sienta que me acaba de conocer, de nuevo. He tenido que colgar de un rascacielos para sentir miedo, para sentir miedo y que no sea a tu adiós. He tenido que caminar solo por la playa para intentar equivocarme, para convencerme de que has estado,                                                            así en pasado. He tenido que cambiar las cosas de sitio, para que esta vez no me recuerden a ti, o sí, pero no conmigo. He hablado con la luna y esta noche no pasa a buscarme. He tenido que descoserme las heridas porque ya no escuecen si no eres tú quien me las cura.  He tenido que prometer que seré fuerte, que volveré a mirar al frente, que conseguiré ver más allá de lo que dejaste. He tenido que contar los días que estuve antes de ti, y aún no me salen las cuentas. He temido tenerte, te he tenido, y ahora temo no hacerlo. Me he caído de la escalera,

Razón 46 para equivocarse.

Se la oye palpitar a lo lejos. Está nerviosa, no sabe qué hacer pero sabe perfectamente lo que debería hacer. Y no lo hará. Porque tú no quieres que lo haga. Porque no quiere hacerlo. Porque uno mas uno son dos y ella pierde la cuenta cuando no estás a su lado. Y claro que tiembla, tiembla tanto que hace frío allí, donde no quieres que se vaya. -dame la mano, voy a llevarme al lugar más maravilloso del mundo-. Y no se sueltan. O es lo que imaginan. Su pulso se acelera. Alguien de dentro quiere salir pero el semáforo lleva demasiado tiempo en rojo. No se atreve a cruzar, a caer, a levantarse. No quiere mancharse los pies de barro, ni jugar a ser la princesa del cuento que jamás le contaron. Pero allí está, con las manos en la cabeza, pensando en el maldito gato negro con el que se había debido cruzar sin darse cuenta. Bendita mala suerte. Está borracha, pero de algo que no es alcohol y aun así te sigue matando poco a poco. O eso cree. Porque no hay salidas que no la lleven a la puerta p

Propiedad de un sintecho.

"Quiero que seas la letra pequeña de todos los contratos que me quedan por firmar." Hacerme mil preguntas y que todas sus respuestas acaben en el portal de tu casa. Quiero aprender a besar el cielo   de nuevo contigo. Saber qué es: sentir que estás solo cuando no estás solo.  Ser capaz de volar y no con mis propias alas. Porque a tu lado sé que huir es salir corriendo en dirección contraria.  Es abrir una puerta donde había una señal de prohibido el paso. Quiero tener un motivo por el que remar, un barco, un sol, un barrio lleno de jardines preciosos. Estar en ti, y que las conclusiones se vayan a otra parte. Quiero regalarte motivos para que frenes, para que te dejes caer, pero hacia arriba. Y también, también quiero ser ese pequeño huerto donde cultivas tus mañanas. Quiero temblar de seguridad, hacer croquetas y ponernos perdidos de harina. Quiero tener una ventana por

Me dan miedo los aviones.

De pequeño me preguntaba cómo sería de mayor. Y ahora que soy un poco más mayor, me pregunto si todo hubiera sido exactamente igual si no hubiera escrito alguna vez lo que siento. Si, casi sin querer, nunca hubiera tirado aquella comida al suelo para alimentar a un perro o a un gato. Todo sería un poco diferente, si ni siquiera hubiera escuchado al silencio a las 4:00 de la mañana, si el tic tac de un reloj nunca hubiera agujereado mi mente cuando yo no encontraba la llave maestra. Lo recuerdo, recuerdo cosas que se me olvidaron en casa, recuerdo cartas que nunca envié a ciertas personas por miedo a que no fueran respondidas. Ahora las cosas son así, pero, y si nunca se me hubiera caído nada de los bolsillos, o simplemente no hubiera andado por callejuelas que no tenían música, sentido, o salida. Tal vez habría sido mejor persona, o mis miedos no habrían organizado aquella manifestación que pude impedir y no lo hice. O gritar, y si nunca hubiera gritado. Y si tampoco hubier

catálogo de personas.

Estoy seguro de que hay personas queriéndose más de la cuenta sin importarles el daño, peso, o casualidad que eso conlleve. Estoy súper convencido, el amor no es algo que se pueda medir y sin embargo le tratamos como a un niño pequeño. Es cierto que tenemos dos partes: la nuestra, y la que regalamos porque creemos que la otra persona la va a tratar o aprovechar mucho mejor que nosotros. También hay dos tipos de miedos: al que tememos y al que no. Y eso os lo explicará alguien sin deciros nada, solo marcando y estando. Soy de los que creen que nos equivocamos cuando creemos que las cosas están bien, porque seguro que podrían ir mucho mejor. Catalogo a las personas como conformistas, nos pongo un cinco en la nota y bueno, está bien. Pero qué sería tener un ocho, un nueve, diez.. Lo que quería deciros es que a veces nos conformamos con un poco de equilibrio porque no queremos meter más peso de la cuenta para que no balancee la cuerda y acabe por romperse. También soy de los muchos que

Problema 84.

Yo solo quiero pasear de su mano como quien nunca dice haber tocado las estrellas. Ver el mundo como lo hacen las personas que quieren desde el otro lado, del lado de la compañía, las tardes de pelis, los cigarros de después de comer. La quiero, sé que la quiero porque cuando meto las manos en mis bolsillos, soy consciente del mogollón de trozos del mundo que me quedan por descubrir. Dicen que hay cosas -o personas- que están destinadas a no ser más que un ojalá. Y tras tanto naufragar, las ganas de pelear acaban ahogándose, y el mar es demasiado inmenso como para ponerse a buscarlas. Hay quien afirma que la esperanza vive en la casa de enfrente.  Aún podemos salvarnos, gastar las huellas dactilares de tanto tocarnos, sentirnos. Como quien perdona y es rencoroso, o el que vence pero todavía le queda mucho por ganar. Podríamos traer la primavera, empezando por las mariposas. Despistar al universo acoplando sus caderas a m

Quiero que leáis esto.

He querido como quien promete respirar bajo el agua, para así terminar ahogándome como cualquier idiota. Lo hice queriendo, te quise a posta y resbalaste.  Te hiciste daño sin saber que yo era parte de ti y  que aquí también dolía. Como la primera vez, como cuando juras no haber sentido mas dolor. El mundo camina cabizbajo porque un día prometió que la felicidad no reinaría en él. Lo que nunca supo es que él era de todos, y que nosotros, en cambio, éramos el uno para el otro. 

Sométeme a tu risa.

A hurtadillas por la casa, apretando los dientes, intentando no meter las manos en los bolsillos. De pie, en una esquina de la habitación mirando el recuerdo fotografiado en mi mente. Lloro, me noto frágil y cobarde por no saber cómo llamarte después de que no vinieras nunca. Porque la verdad es todo aquello que no nos esperamos y tú solo eras una mentira. Desde entonces creo en los demonios, en la gente falsa que me dice cosas bonitas de ti. Pregunté por qué y sonreíste, luego yo y entonces no quise más explicaciones.

Y por supuesto.

Estamos mal acostumbrados. Creemos no saber cual es nuestro sitio hasta que alguien venga y nos lo diga. 'No estoy hecho para esto, aquí sobro.' Tenemos en mente un lugar maravilloso pero ponemos una señal de prohibido pasar en la entrada. Y la verdad es sentirnos abrazados, lo mas real del mundo es esa mano que te invite a pasar porque así todo es más fácil. Pero algún día tenemos que mirar las reglas: Tu lugar no es un sitio con esa persona, sino esa persona con muchos lugares dentro del bolso. Esa tarjeta amarilla que te advierte de la siguiente y te obliga a no volver a fallar. Ese castigo que te ponían en la escuela para que no volvieras a cometer el mismo error. Lo cierto es que el disco duro está a rebosar, pero en la memoria interna siembre hay unos cuantos gigas de más dispuestos a aceptar sonrisas que te lleven por el mal camino y te acostumbren a cosas que no son las más acertadas, pero son las que te hacen más feliz. Hoy voy a equivocarme, mañana pensaré en todo lo

Vaya miedo.

De nada sirve apagar las luces si ya no me van a ayudar a meterte mano bajo las sábanas. Ahora saber de ti es una cuesta arriba interminable, y yo siempre rodando.  No barajamos bien nuestras cartas, incluso algún caballo se perdió y quiso galopar por tus pestañas. Eras desierto lleno de agua, libros repletos de frases bonitas que contar al mundo.  Una vez te esperé y creí que nunca volverías: vaya miedo. Sabes, el mundo me ha enseñado una cosa, algo que no es tuyo, porque tú no lo quieres. Me ha enseñado a ser fuerte, a gritar, me ha dicho que debo caminar por casa descalzo, perder los calcetines, me ha enseñado a besar el suelo, a recordar, a dejar ahí. No hay que reciclar amores de pegatina, porque puedes no ver donde se pega y saber perfectamente en qué lugar de tu cuerpo está. Ahí, en esa historia, en esa página. Pero por detrás, desde aquí no se puede despegar. He visto mogollón de películas de asesinatos, y yo he cambiado un poco la nuestra, aquí el crimen, siempre vuelve al lug

Lo siento.

Lo siento. Siento si te quise más veces de menos que de más. Lo siento si prometí no prometer y acabé haciéndolo por los codos. Lo siento. Siento haberte llamado universo, siento haberme estrellado en cualquier planeta de mierda. Siento haberte puesto ante todo y hacer que fueras mi escudo. Lo siento. Te pedí que fueras mi vida, cuando ni yo no sé llevarla. Te grité de puntillas que me dijeras cosas bonitas, y me estabas pasando tú. Lo siento, siento no poder sentir menos, siento que tuvieras que despedirte con las ganas de quedarte a mirar  aquel desastre, que no te iba a cambiar la vida, porque te prometí sentir, te susurré que gritáramos, pero no quería que nadie nos oyera. Entonces vi el fallo, supe que yo tal vez, no estaba hecho así sin más, del material necesario para cargarte las pilas que llevan esas ganas tan tuyas de vivir (conmigo). 

Nunca fuí.

Si me paro a pensar un poco en mi, la voz de fondo siempre es como la tuya. Cada vez que creo que soy un caos que no sabe dónde apalancarse, te me pones delante para indicarme la salida de todo esto. Si me paro a pensar quién soy, soy tus ganas de vivir (o de que vivas) conmigo. Y los ceros empiezan a valer algo cuando se colocan a tu izquierda. Las montañas rusas se frenan, para ver como te queda el peinado y no destrozártelo. Que ni la magia se atreve a tocarte, eres el milagro que acaba con toda la tristeza de este maldito planeta. Soy paralelo a ti, pero invisible. Algo debimos de hacer mal para que sienta todos estos gusanillos por abrazarte. En algo se equivocó toda la suerte del mundo cuando se sentó a mi lado y empezó a hablarme de ti. Y yo nunca fui un límite, una despedida no deseada, la razón de unos saltos de alegría. Pero cariño, llegaste tú y pusiste algo de color al gris del cielo, le diste forma a mis nubes que no llueven si

.,

La miré a los ojos sin pedirle permiso. Abrí la puerta sin preguntar quién era. Me lancé al precipicio sin estudiar la caída y la altura era lo más parecido a intentar enseñar a alguien a querer de verdad. Y lo que sea de verdad, es conmigo. Porque si es conmigo ahí estás tú; porque si estás tú en alguna parte estaré yo. Ese día no me iba a poder permitir una excusa, una razón por la que olvidar otras muchas razones.  Pero calma, creo en las casualidades y  si esta vez soy yo quien llamo, ahí estarás tú con esa sonrisa.

173.

Qué tal si quedamos un día y buscamos ese secreto que guardan los domingos. Me da que no voy a conseguir volver a casa, que me he perdido en el portal de la tuya. A veces pienso en tu sonrisa, y me da por preguntarme si seguirá destrozándolo todo a su paso. También necesito abrir los ojos, tenerte delante, cerrarlos ciento setenta y tres veces más y, bueno, que sigas ahí. Solo eso, y que me eches de menos. Que sientas todo lo que yo siento. Incluso lo que no. Solían decirme que, a veces, alguien llega en el momento que se va, y yo te he preparado café, por si le coges el gustillo a vivir sin mi y te quedas toda la vida.

lo que yo quiero deciros.

Me duele la voz de no decir lo que siempre he querido que supiera. En cierto modo envidio a los tatuadores, por la forma en la que consiguen grabar en la piel. Algo que no se vaya con jabón, que las lágrimas no difuminen. Ojalá nunca nadie nos hubiese enseñado a olvidar, o dentro de cinco minutos olvidéis todo lo que digo. Quiero gritar para mí, que se asuste la persona que llevo dentro. Cómo se convence a uno mismo de algo que tu cabeza no soporta, que tus pies no caminan, que tu boca no podría decir nunca ni tus manos dejar de agarrar fuerte. Lo que yo quiero deciros, es que deberíamos aprender a recordar lo que no olvidamos; porque no lo olvidamos, pero no lo queremos recordar. Si algún día viniera alguien llorando, recordándome cuánto la quise, lloraría con ella. Lo que no creo que vea nunca es a ese alguien, que venga de brazos abiertos recordándome cuanto me quiso.

Trocitos de mi en canciones.

He abierto el cajón.Hay mogollón de desastres y telarañas, y la verdad es que no es lo que to me esperaba encontrar. La monotonía de mi sonrisa dibujaba curvas hacia abajo mientras mi cabeza recordaba haber guardado alguna que otra sonrisa. Joder, casi todo está roto. Hay fotos viejas y borrosas. Hay un sí que en realidad quería decir no, porque está tachado. Alguien ha entrado aquí, ha dejado su huella por toda mi vida y ya no está. Se ha ido. Hay recuerdos agujereados, como si lo hubiesen hecho aposta. Ver esto duele, todo es como basura y miles de taxis a los que un día subí para no ir a ninguna parte. Algo he tenido que hacer mal y no sé qué. Será que no habré querido lo suficiente. Porque yo sé que es eso de no ser suficiente para alguien. Ya me lo decían, si quieres una mano empieza por tu brazo, poco a poco irás trazando una línea y aquí estaré yo, con el bolígrafo entre los dedos haciendo el tonto, esperando que tú te cruces con la mía.

Vuelve a hacerme daño.

Creo que no es justo todo esto. A veces pienso que también me merezco un mundo, una sonrisa, una respiración que me haga el boca a boca cada vez que me deje sin aliento. Qué coño está pasando, por qué cada vez que me asomo a un precipicio resbalo y me hago daño. Tengo dudas sobre si existirás en algunos ojos. Si te gusta el café, y te invito a quedarte a vivir en los míos. ¿Me das la mano? Pero aprieta, quiero saber qué se siente cuando crees que no te van a soltar nunca. Quiero que cojas piedras y las pongas en mi camino. Que respires y sientas que estoy haciendo lo mismo en algún lugar de este mundo.  Que no es tan malo estar solo, si alguien lo está contigo. Suena bonito compartir la soledad con alguien, hasta que le entre la prisa y sea el viento el que gane esta guerra.  Otra vez, vuelve a hacerme heridas que no cicatricen. Quiero sentir que existo gracias a ti. Que mi único miedo sean tus miedos, y entre ellos esté llegar al único sitio donde los poetas no alcanzan. Solo allí ser

Lo bonito de lo triste.

A escribir se aprende escribiendo, o eso me dijeron. Lo que todavía no tengo muy claro es que si de verdad a querer también se aprende queriendo. Pero tú déjame pensar que es así. Sabes, a veces la soledad es la única cosa que encuentras cuando no la buscas. Y yo aun me acuerdo de tus latidos a compás de piano, de tus ojos camuflados entre desiertos culminamos de oasis. Te susurraba despacio sin tenerte delante: nárrame cada noche lo que avanzamos cada día, que un paso en falso salido de tu boca no debe ser tan malo. Bésame las heridas, haz de mi cuerpo una caja fuerte y quédate las llaves, claves y contraseñas. Me hiciste querer como nunca, romperme como nunca  y echarte de menos, como siempre. Como si lo hubiese hecho toda la vida, como si te hubiese estado esperando siempre. Y dime, dime cuánto desearías que se quedara aquello con lo que siempre soñaste, hasta qué punto le pedirías que te hiciera feliz. Ojalá me equivoque y no seas tú el amor de mi vida. Que si no, estas mariposas y

Entrada sin título.

Tanto y tan poco nunca fueron de la mano. Me parece nefasta la idea de intentar esperarte un poco más de lo que ibas a tardar en no llegar nunca. Y siempre así. Como si al sonreír me prometieras que el mundo si que se acabó en el momento que decidiste continuar mi línea, torciéndola y llevándola a cualquier callejón sin salida. Pero allí nos íbamos a querer. Donde nadie nos viese, donde el cielo se acabara y tus lunares dejaran de ser los planetas que formaban mi universo favorito. Para qué estampar en el recuerdo algo si cada vez que lo imagines te va a hacer añicos. No todo el mundo tiene la suerte de rozarte y dejarte sin aliento; yo solo te vi pasar y precisamente ahí decidí dejar de respirar. Hacía tiempo que no escuchaba lo que mi corazón no me decía. Y ahora ya entiendo al silencio, cuando te grita intentando avisarte del mayor accidente de tu vida, ese que deseas que te pase y por desgracia, pasa tan deprisa que no te da tiempo a saber si te ha pasado, o nunca se va a estrellar