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Mostrando entradas de diciembre, 2020

La abstinencia del escritor.

He cambiado siete veces el tipo de letra porque no era la recomendada por algunos especialistas. Ya que, dependiendo de lo que escriba, me va a sugerir unas emociones u otras debilidades. No quiero otra que no lleve tu nombre. Me pasa mucho que no consigo idealizar el camino que mis palabras deben tomar para llegar a ese final. Inesperado quizá. No lo sé, pero anhelo una conclusión leve, sin rasguños, que cale dentro del alma que sabe saborear lo infinito. Tal vez pretenda hacerte pensar que escribo porque tengo motivos para hacerlo y, en realidad, casi siempre suelto una excusa diferente. Le temo a la lectura tardía por el nivel de caducidad de los sentimientos, a la frescura que se encierra en la sangre que quiere hervir, pero no encuentra calor en el cuerpo que la posee. Al fin y al cabo, nuestros vasos sanguíneos se colman por la de veces que hemos sangrado. Pertenecer a un círculo de imaginadores nunca fue mi vocación, pero luego recuerdo que también hay volcanes que no volverán a