El otro día me puse a pensar en la de mierdas que podría escribir una noche como esta, y solo pude sacar ciertas cosas que me duelen, aquí dentro. No estoy seguro de lo que se puede llegar a sentir cuando te falta una persona, lo que si sé es que sin ella, tus heridas no cicatrizan. Estás rodeado de gente y sólo quieres ver su rostro, o imaginar su risa entre los susurros del viento levantando su flequillo. Las muecas eran marcas de destrucción, y sus lunares, puntos que equidistaban del centro del universo a una potencia capaz de acabar con cualquier corazón que se pusiera por delante. Los trenes se detenían cuando estaban a punto de colisionar con sus costillas, y el miedo; se convertía en una cara opuesta a lo que viene siendo la tristeza. No sé describir la sensación que te entra por debajo del ombligo y te recore beso a beso, cada trozo de tus huesos laten al compás de un corazón que no te da la vida. O si, pero de una forma muy distinta a su manera de decirte que er