Hay un hombre desesperado
porque ha perdido el tren,
un reloj que se siente inútil:
porque no puede cumplir
cuando alguien desea que se pare.
Semáforos en rojo,
peleándose con la multitud.
Tú al final, yo al principio.
A ver si te alcanzo.
Cuatro callejones
lloran porque no hay luz que los aguante.
Tres hojas caídas ven imposible
el camino de vuelta a casa.
Dos, quién diría que tú,
quién apostaría porque yo,
no nos crucemos en alguna vida.
Una, ya mayor, fuerte y fría.
Absurda la gritan.
Culpable,
de que los calcetines pierdan
su par y no volvamos a encontrarlo.
Obsesionada,
porque tú por tu camino
y yo por el mío,
cuando el nuestro le da mil vueltas.
Catástrofe,
porque después de un sí,
vienen treinta no.
Infantil:
el cuento que te cuentan
cuando eres pequeño
y no quieres creerte lo que pasa al final,
porque es triste.
Paraíso,
cuando la superas
y dices a tomar por culo
en voz alta.
Nerviosa,
tú, pero yo más.
Terrorista,
cuando llega la hora de las despedidas.
Casualidad,
que ocurramos tantas veces
y a la vez tan pocas.
Valiente,
hay que tener mucho valor,
para entrometerse entre dos personas
que se quieren más que a sí mismos.
Mentirosa,
Salvavidas,
Maga,
Princesa, castillo, mazmorra.
Puedes llamarla como tú quieras,
o no hacerlo,
pero yo prefiero estar
a una distancia de ti,
y así tener algo más que compartir.
Kilómetros,
horas al móvil,
pero contigo.
Siempre contigo.
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