¿Sabes? No, no somos perfectos, ni tenemos la misma edad, ni los mismos gustos, ni nos gusta la misma música, ni tenemos la misma mirada, ni nos gusta el mismo programa de televisión, ni la misma comida. Tu eres tan sencilla y yo tan complejo. Pero, ¿sabes otra cosa? Dicen que los mejores amores, los de película, los que de verdad cuentan son aquellos que no son perfectos. Que sólo es perfecto si ellos dos están juntos, los que no tienen los mismos gustos, los que necesitan verse cada segundo del día. Puede que sea difícil, pero ya ves. Si es difícil es porque, al fin y al cabo, vale la pena.
Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo. Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...
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