Se me quedaron las ganas de ti metidas en la almohada, y ahora tengo que irme a dormir con ellas.
Tía, ¿dónde coño te has metido todos estos años?
Buscaba a alguien que hiciera que me temblaran las piernas. Y sé que eres tú, porque empiezo a temblar cuando te acercas.
-Los domingos pasearemos de la mano, y los lunes correré hasta tus labios.
-¿Cómo coño vas a hacer eso? Será un infierno estar tan lejos.
-Nada es un infierno si te tengo esperando al otro lado, eres como mi atajo a las puertas del cielo.
El tiempo pasa, las personas cambian, el café se enfría. Como tus manos, buscando refugio en las mías para calentarlas.
-Me muero tío, todo esto es una mierda.
-Te crées que a mi no me gustaría mandarte un mensaje y a los cinco putos minutos estar en el portal de tu casa esperándote. Y aquí estoy, jodiéndome como tu.
-Ya pero pf, no sé. Tengo miedo.
-¿Miedo a qué tonta?
-A los fracasos. A los palos y hostias que podamos darnos. Puede pasar de todo.
-Eh enana, aquí sólo pasa el tiempo, y se me pasa sin ti. Pero ya vendrán tiempos mejores. Te lo prometo. ¿Hacemos un trato?
-¿Qué trato?
-Queda prohibido estar tantos días sin vernos.
Sonríe. Me gusta. Su sonrisa, o la mía al verla feliz. No sé, tengo algo entre manos. Eres de las que yo no recomiendo. Única, "rara", especial. Pero eres para mi.
- ¡Odio que seas más alto que yo!
- Tienes una ventaja con eso...
- ¿Qué?
- Cuando te abrazo, puedes escuchar mi corazon, que late por tí.
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