¿Sabes qué pasa? Que si, definitivamente esto es la hostia. No nos conocíamos, ni queríamos conocernos. O por lo menos tú. Yo tuve suerte. Quizás po haberme topado un día cualquiera pero no con una chica cualquiera, o tal vez por no encontrar salida en ese laberinto de tus ojos. Las luces de Gran Vía son una mierda si las comparas con tus ojos, chica. Que las excusas son más rebuscadas si son para verte. Que de verdad, no sé ya ni cómo tengo huevos para irme de tu lado aunque sea un instante. Quiero ese "Ni tu sin mi, ni yo sin ti." Me pasaría la vida hablando maravillas sobre tu sonrisa. Por gustarme me gustan hasta tus defectos.
Vamos no me jodas, tiemblo menos con un terremoto que es capaz de destruir el Universo que contigo. Y no, ya no es frío. Es sentirte. Sentirte cerca, no sé, será que me siento inferior o algo. Será que no quieren que estemos juntos y cuando lo estamos, el mundo estalla. Como estar con los pies rozando el puto cielo, y al suelo que le den, tía. Un grado menos, y me fundo en ti. A veces no es el fuego lo que quema, y tu ardes a fuego lento, pero intenso. Lo noto en tus ojos, el cómo me haces grande cuando estoy contigo. Y más grande aún debería sentirme, pero ese sentimiento me lo guardo para cuando pueda decir que para este soldado, fuiste su mejor conquista.
Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo. Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...
Comentarios
Publicar un comentario