y otra vez creo que me he equivocado de estación, pero se está tan agusto aquí.
no me siento como si hubiera fracasado, porque mil trenes pasan y quizá vengas en uno de ellos.
aunque sea de paso, aunque te bajes aquí, o si haces como que vienes y luego pasas de largo sin volver la mirada.
pero tranquila, al final de la película no me voy a quedar a ver los créditos, intentaré coger aire y desear con todas mis ganas que, decidiera algún día subirme a un tren, y que fuese el correcto. El que susurraba tu nombre cuando sonaba el timbre dando la señal de que había llegado a su destino.
y verte, verte y oírte no decir nada, solo que me transmitas esa sensación de que me llevas esperando toda la vida.
Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo. Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...
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