Por todas esas veces que hemos querido decir algo y nos lo hemos tragado. Por esas veces que el corazón ha triunfado en esa guerra fría contra el orgullo. Es como tener frío y no abrigarte. Como saber que te vas a estrellar, y te niegas a frenar, te niegas a detenerte. Hay miedo, miedo al fracaso, al qué dirán. Las cosas se pueden torcer y no sabes hasta qué punto puedes meter la pata. Es cuando lo haces, cuando dices que has metido la pata hasta el fondo. Entonces te das cuenta, que al tocar fondo, ahí abajo sigue habiendo mierda. La peste se acumula hasta que se expande. Llenas tanto el frasco, que acaba explotando. Para que la próxima vez no cometas el mismo error, usa un frasco más grande. Para que todo se acumule sin miedo. El miedo a estallar, a decir cómo te sientes. Estás mal, ese último cigarrillo te ha dejado un mal sabor de boca. Te das asco a ti mismo. Que los cigarros saben mejor cuando te los fumas a medias. Entonces razonamos, ponemos en modo "play" nuestro cerebro y miles de cosas se te vienen a la mente. Es en ese instante cuando te das cuenta de lo rápido que ibas. Mario Casas iba a toda ostia, y yo iba to' follao. Es cierto que llega alguien que te dice que aflojes, y cuando aflojas, no sólo te das cuenta de las cosas. Te das cuenta de, ahora, por quién estás así. Quién te pasa. Vemos el lado malo de las cosas creyendo que es el adecuado. Pero joder, que a veces el lado bueno, puede estar que te cagas de bonito. Vamos, pisa el freno, apaga el coche y déjate llevar. Deja que las luces de Gran Vía se mueran de envidia por sentirse una mierda comparadas con tus ojos. Deja que esos imposibles hagan de nosotros una historia, qué coño historia, seamos una leyenda. La más bonita. Ese "no se cansan de estar juntos" de la gente. Porque no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, ¿quién dijo eso tia? Un cobarde que no supo valorar lo que tuvo, y ahora se siente el gilipollas más gilipollas del maldito universo. Yo tengo un diamante entre mis manos. Frágil, que se nos rompe con el mínimo esfuerzo inadecuado. Pero valioso. Todo un tesoro. O mejor debería decir in-valioso, pues no tienes precio. A veces por no decir un "te quiero" a tiempo, un "te quiero" bien dicho, se te va todo a la puta mierda. Chica, aquí estoy yo. Para mí es más fácil decirte que te quiero que mandarte a la mierda. Ya sabes, no soy de los que entran por tu ventana y te raptan, pero tanto si quieres como si no, voy a estar dejándome el pellejo por ver el monumento que tienes por sonrisa. Te he fallado tantas veces que en el fondo me doy grima, nadie sabe lo que hemos vivido juntos. Sólo tu y yo, y quien construyó este mundo. Él lo sabe todo, el de la izquierda, ese que pasa de ser un jodido músculo que sólo bombea sangre a ser las razones de tus "quién" y tus "por quién". Ese que se muere si se frena, o el que de tanto querer se sale del puto pecho. Y qué decir, cuando las palabras sobran, y los hechos no abundan. Bueno si, pero no a favor, sino en contra tuya. Es entonces cuando te das cuenta de que tu chica es increíble, y de que tienes que estar a la altura. Eres el claro ejemplo de que el amor duele, tía. Las rosas espinadas sangran a quienes la tocan. Aquí la tengo en mi mano, rebosando en sangre, rabiando dolor. Y dolor no en plan de repulsión, me puedes y, punto. Por ti, por mi, por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos. Que nos estudien, seamos la historia que no aburre, la que no te quedas dormido si la escuchas en clase, en el pasillo, en la calle.. Da igual el sitio, el dónde y el por qué. Pero los protagonistas somos tú, y yo. Y me niego por completo a que alguien cambie el guión, ni si quiera las acotaciones o los acordes de nuestras canciones. Dejemos el prólogo a un lado, y vamos a por las perdices, que aunque no me gusten, contigo soy capaz de comerme el mundo, empezando por ellas.
Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo. Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...
Comentarios
Publicar un comentario