Ir al contenido principal

Somos humanos.

 
 
Existe la terrible sensación de no saber qué hacer con las ganas
 de hacer algo,
de hacernos a alguien.
 
 
 
Que tampoco iba a apuñalaros por la espalda, solo he pensado en la de veces que miramos a un sandwitch antes de comérnoslo. Por cierto, vaya vacío dejan las personas que agitan tu vida. Imagináos que queréis: no cansa menos por no levantarte de la cama. He estado peleando contra la posibilidad de que alguien juegue conmigo. He de decir, también, que no me caben los sueños debajo del colchón, que mientras alguien los persigue yo los escribo. Y os los cuento, sin importarme lo más mínimo que me los robéis.
 
Me he enganchado al olor de la ropa de una chica y he sido ludópata de incontables fracasos amorosos. Guay, te tiras sin hacer lo que más te gusta, no sé, tres días y ya te dicen que eres un dejao. Hacer lo que queremos, cuando queremos, como queremos y porque queremos es nuestro yo pequeño. Espero que no sigáis llamando suerte a objetos de la suerte, que las cosas que dejáis para luego sigáis atrasándolas tanto que se os olvide: porque no eran tan importantes. 
 
También espero que os duela -un poquitín al menos- no volver a ver a alguien. Lo que pasa es que no nos pasa nada que nos haga decir: ostia tú. Y por eso estoy tan cabreado con la felicidad, porque viene con una venda en las manos y terrones de azúcar en los bolsillos. Porque mientras te endulza la vida, te tapa las cosas bonitas. Y os seré muy sincero, yo no echo de menos a alguien si existen ganas. Lo triste es que cuando no las hay no hacemos ni puto caso, miramos a otro lado y nos pudrimos, pero qué más da. 
 
 
Al fin y al cabo
somos humanos,
                           ¿no?.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi pesar.

 Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo.  Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...

Ya no quiere ser fuerte.

Ya no salta. Piensa que se ha hecho mayor y que ya nadie quiere jugar a ser el astronauta que va saltando sobre sus lunares. Dice que está triste, que el mundo está triste. Y eso la hace estar más triste aún. Se le ha escapado una sonrisa, corred y pedid un deseo. Deseo no estar aquí. Deseo ser libre atada a sus brazos. No me acuerdo, pero era preciosa. Y educada, siempre me preguntaba si quería echar otro. Adivinadlo, no estoy hablando de pitis. Cuando el sol se pone su mundo se agita, se vuelca, se consume. No se siente capacitada para vivir sola, y define sola: sin ti. Mira por la ventana buscando excusas, un viento que venga con propósitos y dos cojones para reformar su corazón, su cajita fuerte. Grita a sabiendas de que no la escuchan, pide auxilio en voz baja porque no quiere que nadie la suba a su espalda. Le dan miedo las alturas, pero volar es su hijo pequeño, el amor arcano del que no ve sólo porque no quiere ver. Hace laberintos en su mente, se pierde por un mundo que...

Bajo cero.

Apostaría y empezaría todo esto por el final, pero  las cosas se complican si tu ya no estás en mis finales. Si ya después de despedirnos no miras atrás por si yo también  lo hago. Porque lo hago.  Las cosas tropezaron cuando, por inercia, dejaste de ver al mundo como  nuestro reflejo al pisar un charco.  Nos hicimos polvo cuando  el invierno decidió ponerle un  grado menos a todo esto, cuando el brillo de tus ojos  se disfrazó de querer seguir aquí, mientras todo el resto de tu cuerpo había salido corriendo.  Porque el hielo quema, y tu risa da vida.  La suerte habla por ahí de ti, y vaya si da envidia.  Empezar por querer, y querer acabar por quererse.  Ojalá el amor fuera poesía, chocolate, películas y palomitas.  Y no tú, ni las caricias porque sí. Me cuesta mirar a través de ti, y si te quitas del medio me quedo ciego. Será cierto que no quise darme la vuelta, pero es que tu paisaje era tan bonito. No sé, por estas co...