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de par en par apostando al uno.

La verdad es que se entretiene con cualquier cosa. Además, tiene un afán por mojarse los labios con la lengua como si con cada gesto diera una gota de agua a los que mueren de sed en los desiertos.

Es muy estúpida, la verdad. Siempre ha pensado que me puede llegar a querer muchísimo más que yo a ella. Qué ingenua.

Se pone tacones para mirar más desde arriba, para comprobar el cambio que sufren las personas cuando agachan la cabeza.

Quiere salvar vidas, le gustaría ser enfermera y no sabe que lleva muchísimo tiempo arreglándome el corazón.

Algún día diré todo lo que he querido decir desde que me ha salido barba. Y es que la gente me mira diferente pero sólo con ella me siento distinto.

Pierde la mirada para apuntar a un objetivo. Solo que no busca, sino espera a que la encuentren. Después dispara por la retaguardia.

No le gustan las guerras, pero seguro que su cabeza piensa en un futuro embutido en peleas de almohadas.

Quiere con los pies -aparte de con el corazón-, porque dice que vuelve de sitios descalza y llega entumecida a casa.

Se pinta los labios como si avisara, el silenciador a punta de pìstola que te abre los ojos cuando ya has fracasado.

Tiene manías, secretos que guardar bajo personas.

Se tapa las ojeras con maquillaje para que no descubran que por las noches le duelen los sentimientos, se desnuda las heridas y se las acaricia sola.

Es más de responder que de preguntar, aunque tenga miles de preguntas en su cabeza y su vida sea un monopoli.

Se cansa de estar sentada si no la sacan a bailar. Baila sola y todo el mundo la mira.

Tiene mogollón de peluches por si se cae, por si la empujan y el antídoto está en un abrazo.

Es la presa perfecta para cualquier depredador, solo que ella es la única que enseña los dientes a la hora de cazar.

Se pone muy, muy nerviosa cuando llega el momento, se disfraza y todos la confunden con una chica feliz. Nunca le enseñaron a serlo.

Es traviesa, si le paran los pies anda con las manos. Que se lo pregunten a sus padres.

Y tiene la coartada perfecta, entre rejas es más libre que nunca. Porque se ensucia las manos aposta y pide por favor que se las limpien. Y se las limpian.

Se columpia en los parques, resbala en la vida
y se impulsa en las penas.

Abre los ojos, la mente
y el corazón,
de par en par apostando al uno.




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