El otro día me puse a pensar en la de mierdas que podría escribir una noche como esta,
y solo pude sacar ciertas cosas que me duelen,
aquí dentro.
No estoy seguro de lo que se puede llegar a sentir cuando te falta una persona,
lo que si sé es que sin ella, tus heridas no cicatrizan.
Estás rodeado de gente y sólo quieres ver su rostro,
o imaginar su risa entre los susurros del viento levantando su flequillo.
Las muecas eran marcas de destrucción,
y sus lunares, puntos que equidistaban del centro del universo
a una potencia capaz de acabar con cualquier corazón que se pusiera por delante.
Los trenes se detenían cuando estaban a punto de colisionar con sus costillas,
y el miedo; se convertía en una cara opuesta a lo que viene siendo la tristeza.
No sé describir la sensación que te entra por debajo del ombligo y te recore beso a beso,
cada trozo de tus huesos laten al compás de un corazón que no te da la vida.
O si, pero de una forma muy distinta a su manera de decirte que eras un idiota.
Casualmente podía ver como la luna se reflejaba en sus ojos,
y juro que no he sentido más envidia en toda mi vida.
Yo tampoco podía hacer mucho más que ceder y darle el poder de hacerme pedazos,
de hacerme temblar cada vez que su culo se levantaba de donde estuviese sentada.
A día de hoy puedo decir que he llegado a sentir cosas que no sabía que un ser humano era capaz de palpar con sus propia alma.
Y acojona.
Algún día nos veremos por cualquier cruce, agacharemos la cabeza y perderemos tres días de sol,
una noche de estrellas, siete maneras de ver morir a un gato, o sólo la mala suerte de no haber sido el centro de tu mirada.
te quiero; de aquí al resto de mi vida.
y solo pude sacar ciertas cosas que me duelen,
aquí dentro.
No estoy seguro de lo que se puede llegar a sentir cuando te falta una persona,
lo que si sé es que sin ella, tus heridas no cicatrizan.
Estás rodeado de gente y sólo quieres ver su rostro,
o imaginar su risa entre los susurros del viento levantando su flequillo.
Las muecas eran marcas de destrucción,
y sus lunares, puntos que equidistaban del centro del universo
a una potencia capaz de acabar con cualquier corazón que se pusiera por delante.
Los trenes se detenían cuando estaban a punto de colisionar con sus costillas,
y el miedo; se convertía en una cara opuesta a lo que viene siendo la tristeza.
No sé describir la sensación que te entra por debajo del ombligo y te recore beso a beso,
cada trozo de tus huesos laten al compás de un corazón que no te da la vida.
O si, pero de una forma muy distinta a su manera de decirte que eras un idiota.
Casualmente podía ver como la luna se reflejaba en sus ojos,
y juro que no he sentido más envidia en toda mi vida.
Yo tampoco podía hacer mucho más que ceder y darle el poder de hacerme pedazos,
de hacerme temblar cada vez que su culo se levantaba de donde estuviese sentada.
A día de hoy puedo decir que he llegado a sentir cosas que no sabía que un ser humano era capaz de palpar con sus propia alma.
Y acojona.
Algún día nos veremos por cualquier cruce, agacharemos la cabeza y perderemos tres días de sol,
una noche de estrellas, siete maneras de ver morir a un gato, o sólo la mala suerte de no haber sido el centro de tu mirada.
te quiero; de aquí al resto de mi vida.
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