Ir al contenido principal

Tanto y a la vez tan poco.

De tanto cabrearme la cabeza por querer escribir algo alucinante estoy aquí de nuevo, con ganas de soltarte miles de cosas, pero sin saber qué decir. Podría decirte que te quiero y pedirte que te escaparas conmigo hasta el fin del mundo. Pero y qué si no soy de los que escogen el camino fácil. Yo soy más de callarme todo lo que el alma me pide que suelte a toda hostia hasta que un día reviente y rompa a llorar. Voy a ser tan gilipollas que dejaré que te pires con otro sin haberte hecho saber lo que siento por ti. Sin haberte dicho que estás preciosa cuando sonríes. Lo graciosa que estás cuando pareces que vas a estornudar pero al final no. De verdad, quién en su sano juicio no perdería la cabeza por tí. Al final de todo esto siempre termino odiándome. Por mucho que intento sobrevivir conmigo mismo me acojona la idea de no tener una sonrisa amortizada esperándome al salir de las clases, al final y al principio del día. Prometo acompañarte a casa cada noche, y prometo no prometerte que estaré para siempre, porque las promesas son ilusiones, y yo las ilusiones las guardo en el cajón de los desastres, mi vida. Bueno, ya hasta paso de llamarte 'mi vida', tú vales mucho más que toda esta mierda. Y que contigo se hace un poco menos pesada, los días se vuelven más claros y las noches más bonitas. Siempre he pensado que las personas no aprendemos, nunca hemos aprendido a sobrellevar eso de que algo nos falte, y más si hablamos de alguien. Y ojalá no tengamos que perder algo para aprender a valorarlo, aunque tú me gustas mucho más que levantarme tarde. Y claro, qué sabrás tú de qué va eso de estar sin alguien, si nunca has estado sin ti.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi pesar.

 Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo.  Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...

Ya no quiere ser fuerte.

Ya no salta. Piensa que se ha hecho mayor y que ya nadie quiere jugar a ser el astronauta que va saltando sobre sus lunares. Dice que está triste, que el mundo está triste. Y eso la hace estar más triste aún. Se le ha escapado una sonrisa, corred y pedid un deseo. Deseo no estar aquí. Deseo ser libre atada a sus brazos. No me acuerdo, pero era preciosa. Y educada, siempre me preguntaba si quería echar otro. Adivinadlo, no estoy hablando de pitis. Cuando el sol se pone su mundo se agita, se vuelca, se consume. No se siente capacitada para vivir sola, y define sola: sin ti. Mira por la ventana buscando excusas, un viento que venga con propósitos y dos cojones para reformar su corazón, su cajita fuerte. Grita a sabiendas de que no la escuchan, pide auxilio en voz baja porque no quiere que nadie la suba a su espalda. Le dan miedo las alturas, pero volar es su hijo pequeño, el amor arcano del que no ve sólo porque no quiere ver. Hace laberintos en su mente, se pierde por un mundo que...

Bajo cero.

Apostaría y empezaría todo esto por el final, pero  las cosas se complican si tu ya no estás en mis finales. Si ya después de despedirnos no miras atrás por si yo también  lo hago. Porque lo hago.  Las cosas tropezaron cuando, por inercia, dejaste de ver al mundo como  nuestro reflejo al pisar un charco.  Nos hicimos polvo cuando  el invierno decidió ponerle un  grado menos a todo esto, cuando el brillo de tus ojos  se disfrazó de querer seguir aquí, mientras todo el resto de tu cuerpo había salido corriendo.  Porque el hielo quema, y tu risa da vida.  La suerte habla por ahí de ti, y vaya si da envidia.  Empezar por querer, y querer acabar por quererse.  Ojalá el amor fuera poesía, chocolate, películas y palomitas.  Y no tú, ni las caricias porque sí. Me cuesta mirar a través de ti, y si te quitas del medio me quedo ciego. Será cierto que no quise darme la vuelta, pero es que tu paisaje era tan bonito. No sé, por estas co...