Ir al contenido principal

La mentira es una cura falsa.



Mentiría si pudiera y te suplico que lo hagas,
que la cobardía no aguanta súplicas de hervores obscenos,
no sabe de errores porque ignora todo acierto
capaz de tropezar dos veces con el mismo beso.

Mentiría si supiese y te suplico que me obligues.
A veces pienso que hablar mal de alguien
mata el miedo que aterra a esa persona
por la sensación de terminar siendo conquistada por él.

Miénteme si eso va a hacer que te piense menos.
No menciones mi nombre si mi recuerdo no te llama,
ni tampoco martirices a mis polillas
porque aleteen a juicio propio alrededor de tu luz.

Miénteme si me quieres más de lo que pido,
si no llegamos a fin de mes
y esta vez tampoco podremos hacer más
que encerrarnos con la nuestra.

Te mentiría si te quiero menos de la cuenta
porque no me saldrían las sumas necesarias
para llegar a un final después de tanto principio.
No me gustaría sobrevivir a la caída de un precipicio mortal.

Miénteme si tengo algún prejuicio
con posibilidades de ganar al abogado
más traicionero y sucio de toda la ciudad
mientras me zampo esa mentira.

Miénteme si alguna vez te dije que odio las mentiras
y barajamos a medias cualquier acuerdo mediocre que permita
sostener un equilibrio a prueba de balas
y tormentas frágiles de domingos suicidas.

Miénteme
pero por favor,
no me cuentes mentiras.

No las que ya me sé,
que luego ataco donde más duele
y donde más duele
suele ser dentro de mí.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A mi pesar.

 Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo.  Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...

Ya no quiere ser fuerte.

Ya no salta. Piensa que se ha hecho mayor y que ya nadie quiere jugar a ser el astronauta que va saltando sobre sus lunares. Dice que está triste, que el mundo está triste. Y eso la hace estar más triste aún. Se le ha escapado una sonrisa, corred y pedid un deseo. Deseo no estar aquí. Deseo ser libre atada a sus brazos. No me acuerdo, pero era preciosa. Y educada, siempre me preguntaba si quería echar otro. Adivinadlo, no estoy hablando de pitis. Cuando el sol se pone su mundo se agita, se vuelca, se consume. No se siente capacitada para vivir sola, y define sola: sin ti. Mira por la ventana buscando excusas, un viento que venga con propósitos y dos cojones para reformar su corazón, su cajita fuerte. Grita a sabiendas de que no la escuchan, pide auxilio en voz baja porque no quiere que nadie la suba a su espalda. Le dan miedo las alturas, pero volar es su hijo pequeño, el amor arcano del que no ve sólo porque no quiere ver. Hace laberintos en su mente, se pierde por un mundo que...

Bajo cero.

Apostaría y empezaría todo esto por el final, pero  las cosas se complican si tu ya no estás en mis finales. Si ya después de despedirnos no miras atrás por si yo también  lo hago. Porque lo hago.  Las cosas tropezaron cuando, por inercia, dejaste de ver al mundo como  nuestro reflejo al pisar un charco.  Nos hicimos polvo cuando  el invierno decidió ponerle un  grado menos a todo esto, cuando el brillo de tus ojos  se disfrazó de querer seguir aquí, mientras todo el resto de tu cuerpo había salido corriendo.  Porque el hielo quema, y tu risa da vida.  La suerte habla por ahí de ti, y vaya si da envidia.  Empezar por querer, y querer acabar por quererse.  Ojalá el amor fuera poesía, chocolate, películas y palomitas.  Y no tú, ni las caricias porque sí. Me cuesta mirar a través de ti, y si te quitas del medio me quedo ciego. Será cierto que no quise darme la vuelta, pero es que tu paisaje era tan bonito. No sé, por estas co...