No sabéis lo satisfactorio que es promulgar por el mundo tus propias ideas, sentimientos y emociones. Esta mañana me han llegado algunas copias del libro que he autopublicado en Amazon. Todo el esfuerzo de la impresión y de la maquetación, las noches largas pensando en cómo habrá quedado y si gustará el resultado al final de todo.
La cosa es que gracias a la vida no he pasado por esto solo, tengo que agradecer la mitad del trabajo a mi novia, que siempre ha estado a pie del cañón para impulsarme hacia lo más alto. Y sé que si alguna vez caigo, estará preparada con los brazos abiertos para cogerme. Es una de esas cosas que solo pasan una vez en la vida, y esta es la mía.
Los libros han llegado justo hoy y no he parado de mirarlos frente a frente, por los cuatro costados y en su interior. Siempre me detengo en los puntos flacos y fuertes, así como en el conformismo que mi persona produce al ver que la mitad de ellos ya tienen dueño. Me apasiona ver que tanto mis amigos como otros lectores, apoyan desde la lejanía y lo ajeno, el trabajo que consideran que hay detrás de todo esto.
En mi carrera como escritor he tenido altibajos y también considero que ahora mismo no estoy en lo más alto de ella, ya que a nivel productivo he tenido pasadas mejores.
Al fin y al cabo, me quedo con las ideas que me siguen surgiendo y que me están ayudando a concretar la segunda obra que tengo entre manos, para que, a mucho tardar, esté lista a finales de este año. Aún tengo que concretar y dilucidar muchos aspectos dentro de ella, ya que tengo como meta el superarme a mí mismo y como prioridad, es la coba que más me doy.
A los que habéis leído el primero: lo que viene os va a sorprender.
A los que me conocéis y os gusta lo que escribo: gracias por el apoyo.
A los que piensan que escribir es una pérdida de tiempo: hay otros lugares en el mundo donde se os va a tratar mejor; pero en mi casa no.
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