No teníamos pensado quedar una tarde a sacarnos unas fotos con el mundo. Ni siquiera sabíamos si al otro le apetecería pasar un día como aquel.
Risas. Chuches. Relojes parados. Nos reíamos del tiempo como si tropezara con las manecillas del reloj. Sudábamos de la lluvia, nos importaba una mierda el examen que había dentro de unos días.
Salimos, y no volvimos a quedar. Pero ella si se quedó, y creo que para siempre.
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