A nosotros los hijos de puta también nos gusta despertarnos de vez en cuando con unos 'buenos días' en condiciones. Si, ya sabes, no de esos que se dan por compromiso. Y el compromiso, vamos. ¿Dónde se ha quedado eso de 'si quieres algo, búscalo y ve por ello'? En serio, no soporto este mundo y su jodida manera de jugar a hacernos daño. Y lo fácil que serían las cosas si tal vez nos quisiéramos un poco más y pisáramos nuestro orgullo hasta enterrarlo. Cuántas veces nos quedamos a las puertas de algo esperando a que vengan a recogernos, acompañarnos para no caminar sólos, joder. Esperar duele, y si ambos esperamos no nos vamos a encontrar nunca. Nunca llegaríamos, y estaríamos sólos toda nuestra vida. Y mañana volveremos a quejarnos de lo sólos que estamos, pero seguiremos sin hacer nada para no estarlo. Quizá debamos dejar de esperar y empezar a buscar, o yo que sé. De tanto perder, he llegado a perderme a mí mismo. Y si no me encuentro yo, cómo coño váis a hacerlo vosotros. No sé a qué esperáis para salir corriendo, para dejar esa puerta y cruzaros por la calle, chocar las carpetas y zas, magia. Dos perdidos encontrados, joder que bien suena.
Me ha tocado ser indeleble. Adoptar al viento por la envidia del levante y la ley de la atracción que supone manejar el campo de visión que se me otorga a casi trescientos sesenta grados. Nunca tengo la periferia cubierta del todo. Siempre hay un atisbo, un espejo en ángulo muerto, un visor retro que me dice hasta cuándo estuve y la escala del cómo. Ahora me ha dado por diseñar gráficos para comparar mi vida y obtener las malditas analíticas de cuánto he mejorado desde que nos despedimos. Lo jodido es que lleva casi un año sin actualizarse porque no tengo tiempo para pararme a pensar. Estoy mejorando, pero no sé medir la velocidad ni los peldaños. No sé en qué flaqueo ni lo que supero con creces. Mi vida es una expectativa. La realidad es que estoy cómodo, no sufro de más pero no dejo de sentirme insuficiente. La diferencia es que es muy diferente. Antes tendía a echarme a llorar y ahora suelo atenuar la importancia hasta alterar la indiferencia que me causa con respecto al ...
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