Sube un poco el volumen: vamos a no hacernos ni caso.
Ya sé que lo mejor está por dimanar. ¿Cuántas veces me lo repitieron? Probablemente no más de todaslasqueperdí. Hoy no he visto a nadie en ningún callejón, pero he visto muchos callejones en algunas personas. Las luces apagadas, fundidas, desgarradas; el cielo inhabitado, andrajoso y perturbado. Un día me volví loco y escuché aplausos cada hora, cada día, cada vida. Debían de estar celebrando mi asalto, la llegada de aquel inconsecuente frente el sistema establecido y, seguramente, el idilio de un caparazón ante el secuestro de la piel.
Supongo que alguna vez habremos pensado en estirar el tiempo y, lo más probable, sea que no hayamos conseguido contar los segundos con tanto delay. Todo lo hice para abrazarte más la hiel. Aunque todo esto solo siga ocurriendo en mi cabeza.
Puede que lleguemos a imaginar todo el cine y las películas rodadas en soledad, o que vivamos una crisis burocrática inferior al qué se yo. Quizás debas venir sin yo pedirlo, vivir si yo no muero o, quién sabe, fumar si yo me esfumo. Aunque luego ponga música y prefiera no escucharte, y decirte a la espalda lo que la cara desconoce. Aunque después me fuese a oír al viento cantar la samba de un delfín pidiendo auxilio.
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